8 de noviembre de 2008

Artículo especial

El psicólogo José Cubero Fernández, especialista en Psicología Clínica, nos remite estas líneas en exclusiva para mayor enriquecimiento del blog. Desde aquí,... millones de gracias.

Fortalezas y amenazas de la T.O.

Siempre he pensado que la terapia ocupacional es una de esas vertientes profesionales que más posibilidades aplicativas de índole práctica tiene en nuestra sociedad. He tenido relación directa con la TO a través de los centros de atención a las drogodependencias (CADs) del Ayuntamiento de Madrid y he podido comprobar personalmente esto en numerosas ocasiones.

La carrera profesional en esta materia es flexible, moldeable, adaptable y permite, por consiguiente, albergar la idea de un futuro con múltiples salidas y otras tantas posibilidades. El ejercicio de la misma puede darse desde el mas duro ambiente psiquiatrico hasta la infancia pasando por todo tipo de desajustes, disminuciones y dependencias.

Visto así nos encontramos ante una acertada combinación de dos términos que se auto enriquecen uno a otro como una buena pareja perfectamente complice. De un lado lo terapeutico como restablecedor de un orden mental, fisico, familiar o social, todos ellos conceptos integrantes de la salud y el bienestar. De otro lo ocupacional como aquello que nos “ocupa” y que por tanto nos da sentido, centra nuestra atención y forma parte de nuestra ubicación existencial.

Hasta aquí todo son fortalezas. No obstante quiero poner el énfasis en una cuestión bien distinta que podríamos calificar de “debilidades” en el ejercicio profesional de la carrera de terapia ocupacional.

Debilidades que nacen, a mi entender, justamente de las propias fortalezas. He dicho antes que estamos ante un binomio especialmente útil e interesante con características de flexibilidad y muy adaptable y sin embargo siendo esto mismo un “bien”, a menudo deviene en la practica en algo negativo por tres razones que tienen un paradójico tronco común: el potencial que la TO brinda frente a los límites de su practica.

La primera razón se gesta en el miedo de los coordinadores de equipo en donde la o el terapeuta ocupacional vaya a desarrollar en el futuro su tarea diaria. La segunda razón el necesario constructo de conocimientos académicos y post-académicos necesarios para sostener luego en la practica la amplitud de vertientes existentes. La tercera pertenece al ámbito de los límites de índole legal.

Me explicaré. Respecto de lo primero, en la práctica muchos coordinadores de equipos en donde las o los TO trabajan no quieren permitir traspasar ciertos límites en la practica terapéutica, manejo de grupos, familias, manejo de técnicas de comunicación, dinámicas grupales etc.. entendiendo que hay otros profesionales, con mas autoridad, que deben realizar estas funciones relegando la TO a laborterapia a la confección de “canastillas” de mimbre o pintura de escayolas con el consiguiente disgusto y frustración profesional.

Lo segundo está relacionado con las competencias de los responsables de estos estudios académicos que han de preocuparse de dotar a la carrera y al postgrado de los basamentos teórico prácticos necesarios para que, a su salida, el profesional pueda enfrentarse a situaciones sin duda complejas que afectan de forma directa la estabilidad humana y profesional necesaria.

Lo tercero y último es que, a mi entender, hay terrenos rehabilitadores, limites de actuación en la praxis terapéutica que, a mi juicio, requerirían de un mayor desarrollo y clarificación para evitar esos miedos que son precisamente los que más tarde generan las decisiones de los lideres de equipo generalmente médicos o psicólogos a la hora de planificar las tareas en sus centros.

Valdría la pena ahondar en todo esto por el bien de una práctica profesional plena de la terapia ocupacional.


7 de noviembre de 2008

José Cubero Fernández
Psicologo. Especialista en Psicología Clínica.

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